miércoles, 13 de abril de 2011

El Madrid acepta el desafío del Barça


Ocho años después, el Real Madrid jugará unas semifinales de Copa de Europa. En este tiempo, los blancos han dilapidado buena parte de su prestigio continental, mientras que el Barça ha ido labrando el suyo. Sin embargo, el Madrid no rehúye el reto de medirse cuatro veces en 18 días a los azulgrana. Pese a su larga ausencia, sigue reconociendo Europa como su casa.
José Mourinho solventó la visita a Londres con una apuesta que puede esconder pistas de cara a la orgía de clásicos de los próximos días. Jugó de nuevo con tres en el medio, que no trivote, ya que si hay un futbolista que no responde a ese estereotipo es Marcelo. Su posición adelantada obligó a Lennon a mantener un ojo a su espalda, mientras que de cara se encontraba con el granítico Arbeloa. El extremo inglés tuvo una noche incómoda. Tras el infortunio de la ida, pasó de puntillas por una eliminatoria en la que se le esperaba.
El Tottenham volvió a incumplir parte del papel que se le presuponía. Dio la primera patada -Ekotto, a los nueve segundos-, pero no fue suyo el primer tiro a puerta, ni la primera ocasión, que despreció Özil con un remate blandísimo. Los 'Spurs' sí cumplieron a la hora de tratar de amedrentar al árbitro, pero dos tempranos engaños de Bale y Pavlyuchenko mandaron al limbo un derribo de Xabi a Modric que sí pareció penalti.
Tan sólo Gareth Bale creó cierta inquietud en la defensa blanca. El galés volvió a encontrarle las vueltas a Ramos, pero Albiol, que siempre está cuando se le necesita, estuvo impecable en las ayudas. En cualquier caso, fue demasiado poco para intentar remontar una desventaja de cuatro goles. Tampoco es que el Madrid hiciera demasiado. El equipo funcionó razonablemente de medio campo hacia atrás, pero en ataque apenas se acercó a los dominios de Gomes. Ni siquiera le probó.
Y eso es algo que hay que hacer, como se pudo ver hace una semana en Madrid. El meta del Tottenham dejó la imagen de la noche, una respuesta penosa a un disparo venenoso de Cristiano, sí, pero no tanto como para convertirse en gol. El luso tiró desde 30 metros, el balón hizo la 'folha seca' y dobló las manos de Gomes, que tampoco tomó la precaución de acercar el pecho, por si las moscas.
La imagen de Gomes atrapado en su propia red cerró un partido, y una eliminatoria, que en realidad quedó definida en Madrid. A partir de gol (minuto 49), apenas algunos detalles. Como el ejemplo del la hinchada 'spur', indesmayable en su apoyo hasta el pitido final. O la amarilla a Ricardo Carvalho, que se perderá la ida de semifinales. O la reaparición de Karim Benzema, tres partidos después de lesionarse con Francia, en busca de los minutos que le devuelvan frescura. O de la importancia de Iker Casillas, que recordó la importancia de un buen portero a partir de cierto nivel de exigencia.
Dieciséis años después del triunfo en Copa de la UEFA, el Madrid volvió a tomar White Hart Lane. De nuevo en cuartos, eliminó al Tottenham y, como en aquella ocasión, eligió el destino de afrontar una semifinal temible. Ahora, los blancos esperan que el lema del conjunto inglés -"Querer es poder"- vuelva a impulsarlos a la gloria europea.

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